sábado, 12 de marzo de 2011

Descaración Previa

 


si me callara;
si me pusiera serio;
si dejara
que el sacrosanto pudor
recatara esta dulce merced;
si me fuera quedando como de aquí al olvido;
si decayera mi semblante y me apesadumbrara,
y sosegadamente contenido,
no revelara la inesperada gracia;
si lo ocultara;
si me fuera de bruces sobre mí mismo
y me diera contra mi nombre
y fuera la desmemoria de la flor;
si anocheciera,
y ninguna palabra mía diera fe del prodigio,
por tan callado el trance de morir;
si me opusiera a declarar;
si me cerrara en negar
que nada, nada es cierto, sino yo,
dulcemente yo, puntual con mi esqueleto,
y aceptara este resplandeciente temor
a confesar:
¿qué soy, quién soy entonces,
qué he sido sino el de siempre, el mismo,
aquel que sólo ha dicho la verdad
y nada más que la crudelísima
verdad?
el que este día ha amanecido
fúlgido de vejez,
maravillado de regresar,
el que, ahora,
simple y sencillamente, se levanta,
compone el pecho desvencijado
y declara,
con un temblor de voz en lo que queda de palabra,
diecinueve de enero, dos puntos,
sólo era que
te
amo.

2 comentarios:

  1. Leer a Abigael requiere de toda tu persona, te deja sin fuerzas, te saca todo lo que tienes y lo expone, así, sin miramientos, al final te quedas sin fuerzas por un tiempo, la piel chinita, los ojos abiertos de par en par, el pensamiento de ida y vuelta... es lindísimo, muchísimas gracias por compartir a nuestro Abigael.

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  2. leer a Abigael es ..........es mejor haberlo escuchado....pero los textos están ahí, siempre para los gocemos, nos estrujen, nos enojen....nos provoquen mil sensaciones...

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