sábado, 12 de marzo de 2011

Trilogía Policiaca


I
no tengo nada que omitir
y nada que agregar
a su impecable pedigree.
la policía
es la más diestra,
superdotada,
excepcional,
experta,
púdica,
el buen samaritano de la ciudad.
no hay quien le iguale
a todas esas cosas
religiosamente
emparentadas
con la palabra
chingar.
unos con otros fraternizan,
se solapan,
se comunican,
hablan la misma clave,
intercambian tarifas,
clientela,
regatean,
calculan,
se entienden,
se hacen rogar,
y están puntuales siempre
a la hora consabida de cumplir con
la consigna patria
de madrear.
la policía de la ciudad
de todas todas se las sabe,
desde karate hasta tru tru,
es legendaria ya,
epopéyica su reputa
ción;
si lo dudáis, preguntad
al primer estudiante que pase:
adivina adivinador,
qué cosa es que marcha erecto como un hombre
y muerde a la menor provocación,
azul por fuera, negra por dentro
y que con un pito ilustre
de metal
hace también pi piiii?
la policía de la ciudad
es la más diestra
mente siniestra;
ella lo sabe bien,
pero es incorregible,
irreflexible,
irremediable,
qué le vamos a hacer...
maternalmente hablando
no tiene ni
perdón.

II
no lo váis a creer,
pero ese macho en estado de ira,
calculadoramente cruel,
fornido y asombrosamente suspicaz,
pistola al cinto,
macana y lanzallamas en la mano,
ojo torvo,
maleducado y alcahuete,
columna de la dignidad,
practicante de la refinada violencia,
fanfarrón y ostentoso,
cauto y rabiosamente pedigüeño,
allí donde lo véis,
es nada más y nada menos
que un policía
desaforadamente
maricón.

III
A la una
a las dos
y
alas
patas pá cuándo son.

No hay comentarios:

Publicar un comentario